VENENO
DE ABEJAS EN TERAPÉUTICA En
nuestra tarea de divulgación sobre el empleo terapéutico de
venenos y anavenenos ofídicos (popularmente conocidos como
“crotoxina”), queremos destacar la importancia de la
APITOXINA, que es el veneno de la abeja. Su empleo tiene
antecedentes remotos. En el Corán (XVI,71), Hipócrates también
la usaba. Pero desde entonces hasta no hace mucho se empleaba el método
de la apicoterapia (picadura directa de la abeja). Esta forma
natural de inoculación acarreó reacciones alérgicas de todo
tipo y provocó impedimentos para su difusión como producto terapéutico.
También las dificultades para su obtención, preparación,
conservación y elaboración han sido obstáculos
importantes que le restaron trascendencia. En la actualidad
eso ha sido resuelto con la obtención de una toxina total, pura,
la cual debidamente tratada resulta
en un producto final apto para administrarse por vías
intramuscular o subcutánea, evitando así el trauma de los
aguijones y la muerte de la abeja. El valor terapéutico del
veneno de la abeja ha sido ensayado y su eficacia reconocida
por más de una eminencia médica. Esta Fundación ha
presentado en colaboración con profesionales independientes y del
INPB-ANLIS “Dr, C.G.Malbrán” un trabajo sobre diversos
estudios realizados con apitoxina obtenida
en apiarios del norte de la provincia de Buenos Aires, en
el 7mo. Congreso Internacional de Toxinología (IST)
2001 en Virginia, E.U.A. Esta terapia se utiliza desde hace años
en renombradas clínicas de Europa y E.U.A. El valor terapéutico
del veneno de abeja radica en la sabia administración
con miras a provocar todas
aquellas reacciones que se estudiaron al analizar sus
efectos fisiológicos. Su efecto puede compararse al que produce
la histamina administrada en forma inyectable. Existen más de 200
publicaciones científicas en distintos idiomas que afirman las
propiedades terapéuticas de la APITOXINA. Existe un trabajo sobre
su aplicación contra el cáncer, publicado por la Academia de
Medicina de Paris el 28/6/1932. El empleo de la Apitoxina tiene la
ventaja de carecer de contraindicaciones , salvo para quienes son
alérgicos al veneno de abeja. En
cualquier caso es necesario realizar una prueba subcutánea
previa para su determinación. Su aplicación puede ser
intramuscular, subcutánea o en puntos de acupuntura. El volumen a
aplicar es muy pequeño. La duración del tratamiento no produce
dependencia ni acostumbramiento y es breve en comparación
con el empleo de corticoides y antinflamatorios. Esta
TOXINA PURA TOTAL DE APIS MELLIFERA ( o APITOXINA) está indicada
en Artritis agudas, crónicas
y deformantes, Alergias, Bacilosis, Bacteriosis, Ciática,
Dermatitis, Eczema, Endocarditis, Enfermedad reumática, Fiebre
reumática, Gota, Lepra, Lumbago, Lupus, Miosis, Miositis,
Microbiosis, Neuralgias, Neuritis, Parálisis de Volkman,
Pericarditis y Psoriasis. El mecanismo terapéutico de la
APITOXINA es difícil de explicar dada la compleja composición
enzimática y su
seguimiento en vivo. Abreviando podemos decir que se trata de
buscar una estimulación de la Inmunogammaglobulina(IgG) para
bloquear la reacción de la IgE. El empleo de la APITOXINA induce
al aumento del cortisol, lo que deriva en un efecto
antinflamatorio y por su composición de Hialuronidasa agrega un
efecto analgésico en forma natural, evitando así los usos
prolongados de corticoides. La TOXINA PURA TOTAL DE APIS MELLIFERA
tiene una marcada propiedad antimicrobiana, antibacteriana y
antibacilar que la convierte en un agente natural para combatir
microorganismos. Su empleo parece incrementar naturalmente la
producción de Interferón, sobre el que se sigue investigando su
acción antiviral y anticancerígena. Para mayor información
dirigirse a la FUNDACIÓN DE ESTUDIOS BIOLÓGICOS.
Acción
terapéutica del veneno de abejas
El
valor terapéutico del veneno de abejas ha sido largamente ensayado y su
eficacia reconocida por más de una eminencia médica mundial. La
Apiterapia se utiliza desde hace años en reconocidas clínicas y
hospitales y cientos de médicos y veterinarios la
emplean en distintas preparaciones desde comienzos del siglo
veinte. El valor terapéutico del veneno de abeja radica en la sabia
administración, consistente en tratar de provocar todas aquellas
reacciones que se estudiaron al analizar sus efectos fisiológicos. La
reacción provocada depende casi exclusivamente de dos factores: la
cantidad de veneno utilizado y la susceptibilidad individual. Por lo
tanto es necesario saber combinar estos factores hasta obtener con ellos
un resultado clínico. En los tratamientos con el veneno de las abejas
se debe estudiar detenidamente este aspecto del valor terapéutico. Se
debe apuntar a los efectos fisiológicos inherentes al veneno que pueden
ser considerados como de acción terapéutica definida. Estos
efectos son dos y desencadenan sus propiedades hemorrágicas y neurotóxicas.
La hemorragina no posee solamente un alto poder sobre la sangre misma
sino que actúa también sobre los vasos capilares. Ésta es sin duda la
mejor explicación e interpretación de su eficacia. El veneno acelera e
intensifica la circulación y dilata los vasos capilares, permitiendo a
las células sanguíneas invadir los tejidos. Esto resulta en un aumento
metabólico con un mayor
aporte de oxígeno, con oxidación adecuada, con aumento de temperatura
facilitando así la eliminación de los residuos acumulados y
destruyendo el campo bacteriano. En otras palabras, el veneno de abeja
produce exactamente los efectos que son requeridos para corregir las
condiciones patológicas reinantes y restaurar el estado fisiológico
normal que se encontraba alterado. El efecto del veneno puede compararse
a aquel que produce la histamina administrada en forma inyectable. Está
comprobado que la exposición al frío y la quietud producen una
disminución de la histamina en las células orgánicas, lo cual se
traduce en una sensación dolorosa. Cuando se incorpora histamina al
sistema vuelve a normalizarse la irrigación sanguínea. El veneno de
abeja tiene la propiedad de liberar el 50% de la histamina tisular; de
ahí su acción tan similar a este compuesto normal sanguíneo. La
neurotoxina es semejante en su acción a la de muchos otros venenos del
mismo tipo. Los doctores Arndt y Schulz sostuvieron lo siguiente sobre
esta neurotoxina: 1) que los organismos enfermos son más sensibles que
los organismos sanos y 2) que pequeñas dosis de veneno tienen acción
estimulante; mientras que dosis elevadas tienen una acción paralizante.
Además, se observa en general, que hay numerosas toxinas que
administradas en dosis cuidadosamente graduadas producen un efecto
sedante sobre los centros nerviosos y actúan como un tónico físico-mental. Muchos
venenos tienen efectos benéficos sobre el organismo; acordando que esto
depende de las dosis. Lo mismo puede decirse del veneno de abeja. La
hemorragina, importante componente del veneno de abeja, dilata los
capilares y los hace permeables a la sangre. La acción neurotóxica de
otro de sus componentes es similar, puesto que en la parálisis relaja
la contracción capilar de los filetes nerviosos del gran simpático.
Produce una anestesia intrarraquídea, paralizando los terminales periféricos
de los nervios sensorios. El veneno de abeja posee además un poderoso
efecto tónico. Y es indudable una acción más remota que actúa sobre
todo el metabolismo orgánico, ya que se incorpora por medio de él una
sustancia cuyo origen encierra un poder energético aun desconocido, no
solamente en su acción sobre los azúcares, sino también sobre la
producción y el aumento de los glóbulos rojos de la sangre.
Resumiendo, se pueden reconocer las siguientes propiedades farmacológicas:
1-Analgésica.
Posee un poder analgésico en mialgias y neuralgias. Es comparable sólo
a los venenos de Crotalus (cascabel) y de Elápidos (cobra) y como ellos
sobrepasa a menudo a la morfina en determinadas algias.
2-Desensibilizante.
La apitoxina en pequeñas dosis lleva a la desensibilización especial y
actúa como bactericida (estreptococos). Puede ser útil en el
tratamiento de la fiebre reumática y en una serie de afecciones artríticas
y alérgicas.
3-Antirreumática.
Según B.F.Beck (Bee Venom Therapy, D.Appleton, New York) el veneno de
abeja es el único fármaco vital, especifico en la fiebre reumática y
en la endocarditis. 4-Cardiovascular.
Sus efectos principales son: ligera hipotensión, poliuria y vasodilatación. 5-Vegetativa.
Aumento del peristaltismo intestinal, en especial del yeyuno. Aumento de
la sensación de calor corporal. Aumento de la actividad celular.
6-Humoral.
Polipnea, hiperglicemia. Aumento del nitrógeno urinario y disminución
de la colesterina.
7-General.
Revulsivo, flogogeno, eufórico, emenagogo discreto. Libera
aproximadamente el 50% de la histamina tisular.
De
estas propiedades desprendidas de la vasta experiencia en apiterapia de
Terc, B.F.Beck, Kaiter, M.Vasconcellos, L.Bouchacourt, J.B.Burt,
J.S.Chowhan, G.Englund, Mussio Fohnier J.Sc, F. Rawak como iniciadores
en el siglo pasado y
de muchos otros hasta el presente, imposible de citar porque
excedería éste espacio, surgió el veneno de abeja como un agente
terapéutico que ya no admite discusión sobre su valor. Solamente se
oponía a su divulgación el delicado empleo para efectuar un
tratamiento adecuado, inherente a sus otras cualidades tóxicas más o
menos violentas. En
la actualidad, con la existencia de preparados a base de apitoxina ya no
hay ninguna razón que impida la aplicación sistemática y extensiva de
los tratamientos apiterápicos por médicos, en particular los reumatólogos,
y también por médicos veterinarios. De
las diferentes fracciones que forman parte de la apitoxina, la proteica
es la que tiene mayor importancia, tanto por su acción fisiológica
como terapéutica. Una parte de ella es una proteína llamada melitina.
Ésta posee la mayoría de las cualidades farmacológicas. Los efectos
que se le conocen sobre el organismo humano son: reacción inflamatoria,
acción irritante, vasodilatación, analgesia por bloqueo de sinapsis,
contracción de la musculatura lisa y hemólisis. La melitina constituye
aproximadamente el 40% del veneno seco y el resto lo componen 5% de lípidos,
l5% de péptidos y otras proteínas y enzimas (fosfolipasa A,
hialuronidasa, azúcares, aminoácidos, ácido ápico y componentes no
identificados según la especie). Las
acciones de la fosfolipasa A y de la hialuronidasa son similares
a las de los venenos ofídicos. La
apiterapia consiste en intuir el tratamiento para lograr una adecuada
inmunidad. Debemos señalar que las dosis varían notablemente de un
paciente a otro y de una enfermedad a otra. Importa aquí
la susceptibilidad del paciente. Estos tratamientos exigen una
prueba dérmica previa para determinar el nivel de sensibilidad
individual. Luego la terapéutica consiste en administrar dosis
crecientes de apitoxina para estimular la producción de IgG. Podemos
definir el tratamiento como estimulante y desensibilizante de acción
inmunológica. El
mecanismo a seguir se aproxima al ejemplo siguiente. Si una dosis
inicial ofrece una marcada reacción local pero el dolor reumático no
cesa, debemos considerar la presencia de cocos de larga data o un frente
bacilar especifico o caries. Esto se ve confirmado por una segunda dosis
idéntica que responderá con más violencia local que la anterior. Se
continúa entonces repitiendo la misma dosis, espaciadamente, tras
desaparecer los síntomas de la anterior, hasta obtener una reacción
local positiva. Recién entonces se intenta el aumento de la dosis hasta
lograr el grado de inmunidad buscado, el cual estará indicado por la
analgesia manifiesta y el mejoramiento de la condición inicial del
paciente en corto plazo.
La
lista de autores sobre el tema, como ya mencionamos anteriormente es
abultada. Philipp Terc, médico fundador de la apiterapia y también
apicultor logró el 82,4% de resultados en su casuística de afecciones
reumáticas. Existen más de 200 publicaciones científicas de distintos
países que afirman las propiedades terapéuticas del veneno de las
abejas.
La
apitoxina (Toxina pura total) está indicada en: reumatismo muscular,
mialgias, lumbago, neuritis, neuralgias, fiebre reumática,
endocarditis, artritis, gota, dermatitis, eczemas, lupus, psoriasis,
alergias, agotamiento, cansancio.
Con
el fin de evitar la picadura del insecto, la posterior reacción en la
piel y facilitar su aplicación en casa en cualquier horario y con
comodidad, desarrollamos una apitoxina de alta concentración, estéril
y lista para ser utilizada. Debe conservarse en frío sin congelar para
reducir la posible contaminación y el deterioro enzimático. Debe
agitarse antes del uso y preservarse de la exposición al sol. Su
aplicación requiere un test previo de sensibilidad. Se inyectan 2 gotas
(0,02ml) preferentemente en la cara interna del antebrazo. En caso de no
presentar reacción alérgica, las pápulas del test desaparecerán en
pocas horas. Alternativas:
1- Hay una reacción local manifiesta y violenta como respuesta al test.
2-Sin reacción local. Actitud
a seguir: 1a: Si la persona es alérgica, requiere el tratamiento
similar a la picadura de abejas. Corticoides y antihistamínicos. En
este caso el tratamiento resulta imposible.
1b: No hay alergia. Sólo reacción local. Esperar que ceda el
cuadro. Aplicar nuevamente el Tes. en días posteriores, alternando los
brazos. Cuando desaparezcan las reacciones locales totalmente, recién
se comenzará con la serie de aplicaciones intramusculares y/o subcutáneas
en forma creciente
2: En la seguridad de que no existe reacción o actividad alérgica
alguna, se puede comenzar con la serie de aplicaciones en forma
creciente. En un esquema tipo podemos sugerir comenzar con 0,15 ml. e ir
aumentando 0,05 ml. diarios hasta alcanzar una dosis que oscila, en promedio, entre 0,50 ml. y
0,80 ml. cuyo valor lo señala el paciente con una marcada mejoría del
cuadro inicial. Luego de varias aplicaciones iguales se irán
distanciando las dosis y posteriormente reduciendo hasta la suspensión.
Para estas aplicaciones se utilizan jeringas de l ml. con escala decimal
y agujas 40x8 para aplicación intramuscular. Los tratamientos duran
entre 45 y 70 días aproximadamente, según los casos. La mejoría puede
ser temporal o permanente y está en relación a la gravedad de inicio.
Gral.
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